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lunes, 15 de abril de 2013

Peleas entre hermanos


Los pleitos entre hermanos son el pan diario en muchos hogares. Algunas veces, las discusiones  tienen fundamento, pero otras se originan en cosas realmente sin importancia.
Los padres no deben de caer en la trampa cuando los hijos dicen que la mamá o el papá quiere más uno de sus hermanos que a ellos
¿Debemos meternos los padres en medio de los pleitos de nuestros hijos  o debemos dejar que ellos los resuelvan a su modo?
Si lo hacemos así eso se convierte en un triangulo, creo que primero se debe dejar que ellos lo solucionen, pero si persiste el problema sí debemos de intervenir.
Los padres debemos cuidarnos de no reaccionar desproporcionadamente ante las peleas entre nuestros hijos. He visto madres muy angustiadas por lo que llaman peleas, cuando se trata de simples juegos físicos. Hágase a la idea de que las peleas ocurrirán y que eso no es signo de cómo se llevarán en el futuro. No deben apresurarse los padres a culpar a nadie. Recuerde que nuestras experiencias como hermanos cuando éramos pequeños afectan ahora cómo vemos las peleas entre nuestros hijos. Si papá fue el menor de la familia, en donde los hermano mayores lo usaban para favores y era víctimas de burlas, ahora tenderá a sobreproteger a su hijo menor, cuando en realidad podría ser el que comienza las peleas.
¿Se debe manejar diferente una pelea entre hermanos niños, que entre hermanos adolescentes?
Esto es muy común que suceda porque su desarrollo es diferente o también porque hay un niño muy pequeño que provoca épocas muy críticas en los hermanos mayores por que le tiran o agarran sus cosas, porque invaden su intimidad algo muy importante en la adolescencia.
Sí se debe intervenir, pero distinto, porque entre ellos hay un asunto de territorialidad porque el significado de su vida es diferente.
Las peleas entre hermanos tienden a agudizarse cuando uno de los hijos es adolescente y el otro niño, por las diferencias en madurez: el adolescente trata de olvidar lo infantil y de ser aceptado en el mundo de los adultos, rechazando de paso al más pequeño, quien a su vez trata de imitar a su hermano en todo, tomándole las cosas, poniéndose su ropa, imitando su conducta, su peinado e invadiendo su dormitorio.
Primero no se le debe obligar al hermano mayor que acepte que el hermanito le invada su territorio,  al hermano menor se le debe enseñar a respetar lo que no es de su propiedad y luego si el mayor presenta un mal trato simplemente se le condiciona su vida social, tampoco él tiene derecho a tratar de mala manera a su hermano. Con los adolescentes si hay que ser un poco más firme, pero siempre van haber peleas.
¿Cómo manejar el mal trato entre hermanos?
Comience poniendo reglas generales, aunque hay muchas reglas que son para todos los miembros de una familias por supuesto hay muchas las reglas que  dependen  de la edad  de cada hijo y si no se cumplen deben entender que habrán otras consecuencias, así ellos saben que va a pasar si incumplen con su funciones dentro del hogar.
Pero la mamá también debe de entender que el conflicto es un proceso de aprendizaje, para enfrentarnos a otras situaciones que se nos van a presentar en la vida.
Acepte las diferencias que existen entre los hijos y ayudémoslos a aceptarlas; puede ser con respecto a temperamento, calificaciones, inteligencia, características físicas, talentos artísticos o aptitudes deportivas. Cuídese de no idolatrar al hijo mayor, lo cual algunas veces sucede cuando fue hijo único por muchos años, o cuando es “muy buen estudiante” o buen deportista. Creo que por las diferencias de edad y de madurez, algunos hijos pueden gozar de ciertos privilegios, que eventualmente los hermanos menores tendrán, pero tampoco vayamos a crear brechas entre ellos.
Trate de identificar qué pretende obtener su hijo con las peleas: demostrar su dominio sobre su hermano o vengarse de él; o tal vez demostrar “lo malo que es” porque su autoestima es baja. Establezca reglas de control en el espacio, el tiempo y las pertenencias de cada uno. Asigne un espacio para cada uno y el tiempo para que, por aparte, hagan lo que quieren hacer.
Muchas peleas comienzan porque “se mete en el cuarto” del hermano, ponga reglas para que respeten el espacio o territorio de cada uno (que no meta en el cuarto o se suba a la cama del hermano); enséñeles a respetar las cosas que son de cada uno. También comienzan porque los dos querían ver TV al mismo tiempo pero diferentes programas, por ejemplo, o porque “le coge las cosas”.
En estas situaciones en que ocurren peleas entre hermanos, la autoestima está amenazada
1) por la forma cómo los enfrentamos, diciendo cosas groseras;
2) porque a veces los mayores humillan a los menores, diciéndoles groserías y los ofenden y eso les marca negativamente su autoestima, por lo que tenemos que poner límites firmes;
3) porque caemos en la trampa de regañarlos cuando eso es precisamente lo que ellos andan buscando y así les damos atención pero negativa;
4) porque las peleas, verbales o físicas, son formas de probarse ellos y de coger confianza en el contacto con compañeros y amigos y si las interrumpimos, pierden la oportunidad de ejercitar destrezas de enfrentamiento
¿Qué hacer cuando las peleas son provocadas por celos?
Aunque cueste reconocerlo, los padres debemos aceptar que nos relacionamos de diferente manera con cada uno de los hijos (no es que queramos más a alguno); lo cual hace que piensen que tenemos preferencia por alguno y eso motiva su expresión de disgusto y rechazo, y “se sacan el clavo con el hermano que creen preferido”. De cualquier manera debemos revisar la atención que damos a cada uno e indagar si perciben diferencias.
Los padres no deben de caer en la trampa cuando los hijos dicen que la mamá o el papá quiere más uno de sus hermanos que a ellos, pero sí hay que revisar la atención que se les dan, en muchas ocasiones se les presta más atención a los hijos menores. Aunque es normal y esperable que se ponga más atención al menor.
Un ejemplo de detectar qué es lo que está fallando es darse cuenta si con la llegada del hijo menor se han hecho cambios en la familia en torno a este y se han tenido que modificar situaciones que afectan a los otros miembros, porque el que llega de último es el que se acomoda a las rutinas establecidas. En este caso si la madre antes de tener a su último hijo, jugaba fútbol con los otros, lo debe seguir haciendo, para que no sientan que con la llegada del bebé ya no tienen la atención de su madre. Enséñeles a esperar su turno de estar con usted, mientras hace alguna actividad con  el hermano mayor el menor debe hacer otra cosa solo sin presionar por su tiempo y viceversa.
A veces los juegos que los padres insisten que lo hagan juntos los puede perjudicar y aumentar los celos, es mejor enseñar y destacar las diferencias de cada uno, con su propia individualidad, así entre uno más los separa, más se hacen falta. Otro aspecto es no acostarlos a la misma hora y obligarlos a que tienen que hacer todo por igual.

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