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lunes, 15 de abril de 2013

¿Traerá problemas que mi hijo repita el curso?


Repetir el año escolar tiene un gran significado tanto para los padres como para los hijos. Los primeros pueden experimentar frustración porque ven defraudadas sus expectativas sobre el futuro de su hijo y los pone de cara a las posibles dificultades que esta situación puede evidenciar como problemas de rendimiento o de conducta. Por su parte, la mayoría de los niños y jóvenes reaccionan inicialmente con sentimientos de inconformidad, rabia, tristeza o temor. Para ambos puede implicar perder las ilusiones, el tiempo de trabajo, la energía, la inversión económica de los padres y no cumplir con las metas propuestas.
Aprobar o repetir es una decisión difícil en la que deben estar involucrados los padres y el colegio. El impacto de la repetición puede ser distinto para cada niño dependiendo de muchos aspectos principalmente el que tiene que ver con las diferencias individuales. Muchos niños se benefician con el hecho de volver a cursar un grado, y los cambios, aunque dolorosos pueden reportar resultados positivos. Sin embargo, para otros la correlación es negativa ya que puede experimentarse como una fuerte sensación de fracaso lo que se traduciría muy seguramente en un menor desempeño.
Para los niños pequeños la mayoría de las veces esta decisión resulta beneficiosa, ya que la inmadurez es el motivo más frecuente por el cual no alcanzan los objetivos curriculares. El asunto, en este caso, es cuestión de tiempo y “quedarse repitiendo” es ganar en autoestima, confianza y seguridad en sí mismo. Cuando son adolescentes la situación es un poco más difícil porque las relaciones sociales están más estructuradas y no avanzar al año siguiente implica el alejamiento de su grupo de amigos que en ese momento es un referente de gran influencia. Sin embargo, muchas veces ellos mismos son conscientes que avanzar con ‘lagunas’ puede acarrearles más problemas en los años siguientes.
De cualquier forma, lo más importante es evaluar de manera precisa la situación particular con el propósito de comprender los factores que influyen en el aprendizaje exitoso. Perder el año no tiene que ser una tragedia familiar pero tampoco es un asunto que deba tomarse a la ligera.
Los motivos
Las causas por las cuales el niño no está rindiendo deben ser valoradas antes de terminar el año. No es sensato atribuir en su totalidad a los niños o al colegio la responsabilidad por los fracasos académicos. Los padres y el colegio deben detectar dónde está el problema del bajo rendimiento.
Es importante evaluar los niveles de competencia del niño, el tipo de dificultades académicas que presenta o las faltas de disciplina. Si perdió varias áreas, si el tema es reiterativo o se presenta de manera aislada. Descartar dificultades de salud física. Cerciorarse si el niño oye, ve y percibe bien; si está bien alimentado, y en general, si tiene un buen estado de salud. También muchas dolencias físicas menores pueden disminuir temporalmente los lapsos de atención, la capacidad de análisis o la concentración.
La vida familiar, es otro aspecto fundamental a considerar. Muchos de los fracasos en el colegio tienen su origen en problemas en casa que no han sido manejados adecuadamente, como las peleas de los padres, la separación, los fracasos económicos, la enfermedad o la pérdida de un ser querido y hasta el traslado de casa.
Otros factores como la escasez de recursos personales para el aprendizaje, una práctica inadecuada de hábitos de estudio, la falta de supervisión por parte de los adultos o un mal ambiente de trabajo en casa, pueden desmotivar al pequeño y bajar sus estándares de rendimiento. Igualmente, los cambios evolutivos como el arribo a la adolescencia, las dificultades de autoestima o los fracasos escolares repetidos, son variables que tienen un impacto negativo en el desempeño escolar.
Situaciones particulares dentro del medio escolar tales como peleas con los compañeros, desacuerdos con el profesor, criterios de evaluación demasiado estrictos, problemas de disciplina o de otra índole pueden también reflejarse en malas notas.
Cómo ayudar
  • Comparta sus preocupaciones con el colegio. No sólo evalúe el resultado en términos de las calificaciones, tenga en cuenta también la calidad del proceso.
  • Identifique de manera detallada las dificultades. Los niños deben saber puntualmente en que fallaron.
  • Hable con el niño. Oriente una autoevaluación reflexiva. Pregúntele qué piensa y cómo cree que se podrían solucionar las dificultades. Aún los más pequeños tienen una idea sobre lo que pasa.
  • Los castigos, los insultos y las descalificaciones son inservibles y contraproducentes y hacen que el niño se atasque más en la dificultad. Juicios como eres un fracaso, un vago o un torpe hieren su autoestima y aumentan su sensación de incapacidad.
  • No haga tanto énfasis en las dificultades. Concentre sus esfuerzos en buscar la raíz del problema y plantear estrategias constructivas y viables
  • Exprese al niño sin tapujos las exigencias y obligaciones que usted considere pertinentes para el caso. Con serenidad pero con firmeza hágale saber que estudiar es su obligación y que esto no es negociable.
  • Evalúe el tipo de mensaje que le transmite a su hijo. Muchas veces la angustia aparece mas en los padres que se sienten frustrados y se cuestionan por su fracaso
  • Cambiar de colegio es una decisión con implicaciones importantes. Al considerarlo, es necesario revisar muchos aspectos. Es verdad que no todos los colegios son para todos los niños, pero ésta no puede plantearse como una solución en sí misma.
  • La ayuda profesional es un valioso recurso para avanzar en este proceso.
  • Sopese la situación. No se empecine en que pase el año a toda costa. Repetir puede ser una oportunidad real para mejorar, nivelarse y tener la sensación percibida de logro. Tampoco se quede en la posición facilista de que quedarse en el mismo grado escolar resuelve todo.


¿Son malos los juegos electronicos?


En mi opinión personal no creo que los videojuegos sean malos para los niños, más bien creo que los padres tenemos que poner límites en cuanto lo que juegan los niños y los adolescentes, en estos tiempos lo niños no pueden jugar en las calles como antes y las nuevas generaciones de “niños de apartamento” necesitan jugar y no siempre tenemos tiempo de llevarlos a hacer deporte, que aunque seria lo ideal muchos no podemos, de todos modos no hay remedio aunque nos resistamos a conectarnos  no tenemos de otra,  en mi casa a mis hijos les encanta jugar al ordenador y a la play station, no  solo tienen límites en el tiempo que pasan en el ordenador sino que nosotros como padres tenemos la responsabilidad de ver si el juego es adecuado para la edad de cada niños y para los principios familiares, al igual que hacemos con las películas, no expondría a un niño a escenas sexuales  o violencia en la tele, igual no lo harías si supieras algo al respecto del juego que le compraste. Lo mejor es investigar en la tienda,  que te respondan algunas preguntas por ejemplo que te explique qué tan violento es, o si tiene escenas de sexo,  lo mejor sería que te enseñen el juego así  tú mismo juzgarás  por otro lado los empaques de todos los juegos tienen que poner la clasificación claramente.
Para informarse sobre la clasificación de juegos específicos visite el sitio www.esrb.org en esta página pones el nombre del juego y te da una clasificación más especifica. De todos modos creo que  una vez que sepas cuales juegos son convenientes  y cuáles no, lo mejor es jugar con sus hijos  los juegos preferidos de consolas o computadoras, así no solo podrá saber de qué se trata el juego sino tendrá momentos muy divertidos con sus hijos y no solo la verán como la madre  que pone reglas sino como una aliada y compañera de juegos.


Las mascotas y los niños


Los animales domesticados (mascotas) son parte de la vida de los niños. La participación de los padres, la discusión abierta y la planificación son generalmente necesarias para que el mantener una mascota sea una experiencia positiva para todos. Un niño que aprende a cuidar de un animal y a tratarlo con cariño y con paciencia adquiere un adiestramiento invaluable de aprendizaje en cuanto a tratar a las personas de igual manera. Por el contrario, el tratamiento inadecuado hacia los animales no es saludable tanto para el animal como para el niño.
Escoger la mascota apropiada
Mientras toda clase de mascotas pueden brindarle placer a los niños, es importante que se escoja el animal adecuado para su familia, su casa y su estilo de vida, y uno que el niño pueda ayudar a cuidar. Los padres han de ser cautelosos de no tener animales agresivos como mascotas. Recuerde que algunos  animales domesticados y adiestrados pueden ser agresivos. También los animales exóticos  y poco comunes pueden ser difíciles de cuidar y hay que tener mucho cuidado al considerarlos. Los perros son la mejor elección.
Es una reacción recíproca: los niños gustan a las mascotas, en general, y las mascotas -sobre todo los perros, los niños tienen interés por las mascotas se debe a diversas razones: son más curiosos que los adultos y menos precavidos al interactuar con otras especies; aprecian el hecho de que la mayoría se comporte de forma infantil, lo que les confiere una gran ventaja como compañeras de juego; y, entre todas ellas, se sienten atraídos en especial por los cachorros.
Cuidar una mascota
Cuidar a una mascota puede ayudar a los niños a desarrollar destrezas sociales. Sin embargo, las siguientes directivas aplican:
  • Ya que los niños  pequeños (menores de 3-4  años) no tienen la madurez para controlar sus impulsos de agresividad e irritabilidad, hay que observarlos cuando están con las mascotas.
  • Los niños pre-adolescentes (menores de 10 años) en muy raras ocasiones pueden ser capaces de cuidar por su propia cuenta a un animal grande como un gato o un perro.
  • Los padres tienen que supervisar el cuidado del animal aunque ellos crean que su niño sea suficientemente maduro para cuidar del animal.
  • Si el niño se descuida en el cuido del animal, los padres pueden tener ellos mismos que asumir la responsabilidad.
A los niños hay que recordarles suavemente, no como regaño, que los animales, al igual que las personas, necesitan alimento, agua y ejercicio. Si un niño continúa descuidando al animal, quizás se debería  conseguir un nuevo hogar para el animal.
Los padres son los modelos por excelencia. Los niños aprenden a ser los dueños responsables de una mascota al observar el comportamiento de sus padres.
Las ventajas de tener una mascota
Los niños que se crían junto a mascotas muestran muchos beneficios. El desarrollar sentimientos positivos hacia el animal puede contribuir a la autoestima y la autoconfianza del niño. Las relaciones positivas con las mascotas pueden ayudar en el desarrollo de relaciones de confianza en otros. Una buena relación con una mascota puede también ayudar a desarrollar la comunicación no verbal, la compasión y la empatía. Las mascotas pueden servir diferentes propósitos con los niños:
  • Ser los recipientes garantizados de los secretos y pensamientos privados.
  • Los niños con frecuencia le hablan a sus mascotas, al igual que lo hacen con sus animales de peluche.
  • Pueden proveer lecciones acerca de la vida: la reproducción, el nacimiento, las enfermedades, los accidentes, la muerte y el duelo.
  • Pueden ayudar a desarrollar un comportamiento responsable en los niños que los cuidan.
  • Proveen un enlace con la naturaleza.
  • Le pueden enseñar al niño el respeto hacia otros seres vivientes.
  • Otras necesidades físicas y emocionales que se pueden satisfacer al hacerse dueño de una mascota pueden incluir:
  • Actividad física
  • Bienestar al tocarlo
  • Amor, lealtad y afecto
  • Experiencia con la pérdida, si un animal se pierde o se muere.
Aunque la mayoría de los niños son suaves y bien portados con las mascotas, algunos pueden ser bruscos y hasta abusivos. Si tal comportamiento persiste, éste puede ser una señal de problemas emocionales significativos. Cualquier niño que abusa, tortura o mata animales debe de ser referido a un siquiatra de niños y adolescentes para una evaluación comprensiva.


Eliminar sobrepeso ayuda a la autoestima


Sedentarismo y malos hábitos alimentarios causan principalmente sobrepeso y obesidad, razones de ser de una serie de transtornos metabólicos y psicológicos que afectan la calidad de vida de los niños. Un niño obeso tiene 10 veces más probabilidades de ser un adulto obeso y por consecuencia una persona con autoestima baja.
Las investigaciones actuales acusan que la gente con sobrepeso no es precisamente la más saludable, y que los kilos de más son nefastos para vivir bien. Lo cierto es que se ha comprobado hoy que tanto el niño como el adolescente acumulan bajo esos kilos extra muchas enfermedades, desde diabetes mellitus y afecciones al corazón hasta graves problemas traumatológicos (rodillas juntas, agudización de sus pies planos). Psicológicamente, las cosas son tal vez peores: en forma evidente el niño o adolescente pasa su existencia con una muy baja autoestima que, en muchas ocasiones, redunda en un bajo rendimiento escolar y menor sociabilidad.
De hecho, el niño obeso será, probablemente un adulto obeso; de ahí la necesidad de que tanto los padres como los educadores entiendan que sobrepeso y obesidad son problemas de salud, que deben ser tratados desde un comienzo para evitar males mayores en la vida adulta.
¿Cuáles son las causas de la obesidad?
Las personas aumentan de peso cuando consumen más calorías (energía) de las que queman. Este exceso de calorías se almacena como grasa. Aumentar de peso toma tiempo.
El sobrepeso o la obesidad tienen factores hereditarios pero, sobre todo, dependen de los hábitos familiares. Por ejemplo, muchas familias comen los mismos alimentos, tienen los mismos hábitos (como consumir bocadillos frente al televisor) y tienden a pensar de manera similar sobre temas relacionados con los alimentos (por ejemplo, la insistencia de que los niños coman mucho para ponerse “fuertes y grandes”.) Todo esto puede contribuir al sobrepeso.
En muchos casos, las emociones también pueden estimular el sobrepeso. Muchos adolescentes comen cuando sienten tristeza, aburrimiento o están nerviosos. Después viene el sentimiento de culpa y comen más para aliviar el estrés que les causa el hecho de no poder dejar de comer grandes cantidades de comida; de este modo repiten una y otra vez la misma conducta.
Uno de los factores más importantes en el aumento de peso es la vida sedentaria. Actualmente, los jóvenes son menos activos que en el pasado, ya que ocupan más su tiempo frente al televisor, los juegos de video y las computadoras. Nuestras vidas están dominadas por los automóviles, de hecho, pocos son los adolescentes que caminan o utilizan la bicicleta como medio de transporte. Además, cada día las familias comen más en restaurantes, compran comida ya preparada en tiendas o comidas listas para calentar. Estos alimentos, por lo general contienen mucha más grasa y calorías que las caseras, preparadas a partir de alimentos frescos.

¿Cómo evitar el sobrepeso?
La manera más sencilla es haciendo ejercicio regularmente y poniendo atención al tipo y cantidad de alimento que elija comer; esto no quiere decir que se necesita ser atleta y tampoco quiere decir que todo el día hay que comer lechuga.
Para mantenerse activo, intente hacer ejercicio durante 30 a 60 minutos el mayor número de días de la semana. Caminar, andar en bicicleta, patinar, bailar o jugar a la pelota o con la raqueta son buenas maneras de quemar calorías y mantenerse en forma. Realizar las siguientes actividades para mantenerte en movimiento:
* Salir a dar un paseo.
* Utilizar las escaleras en lugar del elevador.
* Caminar o utilizar la bicicleta en lugar del automóvil tan seguido como sea posible.
* Ayudar en las tareas del hogar, como aspirar, lavar el auto o limpiar las ventanas; todas estas tareas queman calorías.
* Alternar actividades para no aburrirse: correr, andar en bicicleta, nadar etc.
* Limitar el tiempo frente al televisor o los juegos de video; hasta leer un libro consume más calorías.
*Comer bien no significa hacer dieta constantemente para perder unas libras. *En lugar de eso, tomar decisiones saludables todos los días:
* Las bebidas gaseosas, los jugos de frutas y las bebidas deportivas contienen mucha azúcar; beber leche descremada  jugos sin azúcar o agua.
* Comer por lo menos cinco porciones de verduras y frutas frescas todos los días.
* Evitar los restaurantes de comida rápida. Si no puedes hacerlo, intentar elegir comidas más saludables como pollo asado o ensaladas, y pedir porciones normales, ¡no las extra grandes!
* Poner atención a no comer por aburrimiento. No saltarse el desayuno, ya que esto ayudará a no sentir mucha hambre a media mañana.
* Evitar comer frente al televisor.
*Prefiera llevar comida de la casa si va a estudia, por ejemplo zanahorias con limón o alguna fruta, lleva tu botella de agua siempre, Por otra parte aunque se recomiendan los producto light tome en cuenta que los productos “light” no son en sí mismos una solución para el sobrepeso,
Nutricionistas advierten de que el consumo de alimentos “bajo en calorías” o “sin azúcar” no solucionan los problemas de obesidad.
Durante el reciente IV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Nutrición, expertos en sociología, nutrición y endocrinología analizaron el impacto que tienen este tipo de alimentos en la salud de los consumidores.
La idea que mucha gente tiene es que los productos “light” adelgazan o, a lo sumo, no engordan prácticamente nada, y llevados de esta creencia los consumen en cantidades excesivas. El resultado de ello es frecuentemente un incremento de peso mayor que si hubiesen optado por las versiones no ligeras de cada producto.
¿Qué hacer?
Es importante que el adolescente con sobrepeso hable con un médico o especialista de la salud, además de los padres, antes de intentar bajar de peso. Con ayuda profesional y apoyo de la familia puede idear un plan seguro, que se base en comer bien y hacer ejercicio. Los adolescentes necesitan comer en forma regular; dejar de comer o hacer dietas raras sólo puede traer problemas al obstaculizar el desarrollo normal.
Tal vez también quiera llevar un diario de su progreso. Anotar todo lo que comes, es importante que hagas una tabla con la cantidad de frutas y verduras (no harinosas) que tienes que consumir al día para que lleves la cuenta, cuánto ejercicio haces y cómo se sientes. Los cambios pueden llevar tiempo, pero ver los avances por escrito ayudará a mantenerse fiel al plan.

Autonomía en Niños con Síndrome de Asperger


Síndrome de Asperger
El síndrome de Asperger (SA) es un trastorno generalizado del desarrollo cerebral que hace que el niño perciba las situaciones cotidianas y su entorno de manera distinta a como lo aprecian los demás.
Una de las características del síndrome de Asperger es la poca tolerancia a la frustración, así como al cambio repentino de rutinas.
Los niños con síndrome de Asperger son seres excepcionales que entienden el mundo de una manera muy peculiar.
Como muchos, anhelan vivir en un lugar donde la justicia siempre reine y la amistad sea un valor que represente eterna lealtad.
El problema es que a veces no se percatan de que ese lugar está muy alejado de la realidad.
Tampoco conciben las malas intenciones de la gente o las injusticias; su inocencia no permite intuirlas. Debido a esto cuando se enfrentan al ambiente real suelen ser blanco de bromas constantes.
Aún así, siempre abogan por la verdad, son directos al hablar y utilizan palabras muy pomposas o rebuscadas, propias de los adultos.
Además, frases como “hay miradas que matan” o “se lo tragó la tierra” son difíciles de entender debido a que sus interpretaciones de metáforas, analogías e incluso de simples frases suelen ser literales.
Los niños con síndrome de Asperger tambien son capaces de aceptar los cambios pero lo hacen de una manera más lenta que la considerada normal. Además, conforme vayan creciendo esas rutinas específicas se podrán negociar.
No tan diferentes
¿A quién no le ha ocurrido que se ha apasionado tanto por un tema que no puede dejar de hablar de él?
Algo similar les sucede a las personas con síndrome de Asperger, la diferencia es que estas desarrollan ese interés por una materia en específico a lo largo de su vida, sin cambiarlo y convirtiéndolo algunas veces en una obsesión.
Aquí está la importancia de realizar un diagnóstico temprano del síndrome. Cuando la detección se da a una corta edad, el tratamiento y los procesos de modificación de conducta se aplicarán más sencillamente que si se detecta en la adolescencia.
Estudios médicos afirman que existe una predisposición genética con uno de los padres, generalmente el hombre, aunque también puede influir su aparición si se tienen parientes cercanos con autismo.
Los tres síntomas característicos del Asperger se comienzan a percibir luego de los dos años, cuando los chicos tienen dificultad para integrarse y comunicarse con los demás, y tienden a apegarse a las rutinas, detalla la especialista.
Pero la mayor dificultad la viven cuando pasan de la escuela al liceo, Muchas veces son el blanco de burlas o críticas de sus compañeros, lo que los hace darse cuenta de sus limitaciones para relacionarse con ellos. “Se los cataloga de excéntricos cuando en realidad tienen una discapacidad social y lo que pasa que como no es una discapacidad visible, es más difícil percibirla”.
5 a 1 Proporción de varones en relación a mujeres que padecen síndrome de Asperger. Aparece en 20 a 40 personas por cada 10.000.
Sugerencias para los padres
Los padres de niños con síndrome de Asperger suelen tener bastante dificultad para resolver las actividades diarias de sus hijos. Los expertos resaltan la importancia de mantener la calma y no querer resolver todos los problemas de una vez.
Hay que tratar de mantener un contacto visual con el niño para que mire a los padres a los ojos. Para eso, las órdenes deben ser concisas y claras. Una vez que eso se logre, es importante que se realicen comentarios positivos (no críticos) que gratifiquen el comportamiento.
No se debe utilizar jamás el castigo de forma sistemática. Conviene no olvidar que el niño siempre tendrá más interés en hacer lo que se le pide si obtiene luego algún privilegio a cambio de su esfuerzo.
Otra alternativa es ignorar lo que el niño hace, no mirando ni haciendo comentarios hasta que el comportamiento ceda. Sin embargo, hay actitudes que no se pueden ignorar por el riesgo que comportan, y por lo tanto, en ese caso lo mejor será pararlos físicamente y potenciar una conducta alternativa.   Es importante que los adultos se marquen objetivos realistas y se adapten a las posibilidades y limitaciones de los chicos.
Siempre es preferible mantener una buena organización en el ambiente. Los chicos que padecen el síndrome no tienen mucha movilidad física y suelen llevarse por delante muebles u objetos. Se los debe ayudar a reconocer los espacios cuando éstos estén en orden.
Hay que facilitar la adquisición de sus hábitos de autonomía, entrenándoles en la resolución de pequeñas tareas domésticas, como ayudar a servir la mesa, atarse solo los cordones de los zapatos, y ordenar sus juguetes y libros.
Para lograr independencia
Difícilmente las personas con Asperger puedan realizar carreras profesionales de más de tres o cuatro años, pero sí pueden lograr adquirir perfectamente un buen nivel de autonomía: pueden trabajar, casarse y tener hijos.
Para eso sólo hay que tratar de diagnosticar el síndrome lo antes posible, algo bastante complejo según las especialistas, ya que se deben realizar varios estudios médicos, psiquiátricos y psicológicos previos, lo que muchas veces no se hace. No por negligencia, sino por falta de información.
Ante la evidencia de los primeros síntomas las madres suelen llevar al pequeño al pediatra, cuando ellos no tienen las herramientas necesarias para diagnosticar el mal el problema es que cuanto más tiempo se deja pasar, el niño puede correr riesgos de aislarse más y deprimirse, por lo que es necesario un diagnostico certero a temprana edad.

Tecnica del Semáforo para el Autocontrol de las Emociones Negativas


La facilidad de comprensión del funcionamiento del semáforo para los niños hace que podamos emplear la Técnica del Semáforo como estrategia de aprendizaje para muchas situaciones, tanto en casa como en el colegio.
Esta técnica está especialmente indicada para la enseñanza del Autocontrol de las Emociones Negativas: Ira, Agresividad, Impulsividad, etc.








Este recurso resulta esencial en estos momentos dada la importancia de educar en actitudes de tolerancia, respeto, convivencia… La sociedad está siendo cada vez más consciente de la necesidad de erradicar fenómenos de violencia y abuso o hostigamiento en los centros educativos, resultando prioritario la educación de los aspectos emocionales de la inteligencia.
Pasos para la enseñanza de la Técnica del Semáforo:
Asociar los colores del semáforo con las emociones y la conducta:
ROJO: PARARSE. Cuando no podemos controlar una emoción (sentimos mucha rabia, queremos agredir a alguien, nos ponemos muy nerviosos…) tenemos que pararnos como cuando un coche se encuentra con la luz roja del semáforo.
AMARILLO: PENSAR. Después de detenerse es el momento de pensar y darse cuenta del problema que se está planteando y de lo que se está sintiendo.
VERDE: SOLUCIONARLO. Si uno se da tiempo de pensar pueden surgir alternativas o soluciones al conflicto o problema.  Es la hora de elegir la mejor solución.
Para asociar las luces del semáforo con las emociones y la conducta se puede realizar un mural con un semáforo y los siguientes pasos:
Luz Roja:
1- ALTO, tranquilízate y piensa antes de actuar
Luz Amarilla:
2- PIENSA soluciones o alternativas y sus consecuencias
Luz Verde:
3- ADELANTE y pon en práctica la mejor solución
Aprender formas de controlarse:
Podemos comenzar pidiendo a los niños que hagan una lista de lo que pueden hacer para calmarse en una situación conflictiva. Lo normal es que entre todos surjan diferentes posibilidades, como distanciarse físicamente de la situación (alejarse del lugar, no volver hasta estar tranquilo), distanciarse psicológicamente (respirar profundamente, hacer un rápido ejercicio de relajación, pensar en otra cosa),  realizar alguna actividad distractora (contar hasta 10, pasear, hablar con un compañero) etc.
Cuando los niños se dan cuenta de que existen muchas maneras de pararse y calmarse, se trataría de ver cuáles serían las mejores para cada uno.
Como padres o educadores podemos ayudar en esta fase proponiendo alternativas educativas que no se hayan planteado, por ejemplo respuestas incompatibles a “llegar a las manos” (cruzar los brazos, alejarse rápidamente del lugar, meter las manos en los bolsillos, etc.)
Utilizar semáforos como estímulos discriminativos:
Colocaremos semáforos en diferentes lugares de la casa, de esa manera se harán conscientes de que deberán pararse, pensar y solucionar pacíficamente sus conflictos, o mejorar su estado emocional.

Suicidio en adolescentes


¿Cuáles son las causas del intento de suicidio en los adolescentes?
Precisamente los principales motivos del suicidio en los adolescentes son amores contrariados y los problemas familiares. El clima emocional familiar tiene repercusión, positiva o negativa en la formación de la personalidad y si este es caótico la personalidad se puede estructurar con algunos rasgos que influyan negativamente en la adaptación del individuo, como por ejemplo, la agresividad, la impulsividad, la timidez, la desesperanza, etc. Por otra parte, si el sujeto no tiene intereses extrahogareños que le permitan una mejor adaptación, el suicidio puede ser una forma anormal de evadir los problemas hogareños.
La adolescencia es un período del desarrollo de mucho estrés lleno de cambios muy importantes: cambios en el cuerpo, cambios en las ideas y cambios en los sentimientos. El intenso estrés, confusión, miedo e incertidumbre, así como la presión por el éxito, y la capacidad de pensar acerca de las cosas desde un nuevo punto de vista influye en las capacidades del adolescente para resolver problemas y tomar decisiones. Para algunos adolescentes, los cambios normales del desarrollo, a veces acompañados por otros hechos o cambios en la familia como el divorcio o la mudanza a una nueva comunidad, cambios de amistades, dificultades en la escuela u otras pérdidas, pueden causar gran perturbación y resultar abrumadores. Los problemas pueden apreciarse como demasiado violentos o difíciles de sobrellevar. Para algunos, el suicidio puede parecer una solución. Del 12 al 25 por ciento de los niños mayores y adolescentes experimentan algún tipo de idea acerca del suicidio (pensamiento suicida) en algún momento. Cuando los sentimientos o pensamientos se vuelven más persistentes y vienen acompañados de cambios en el comportamiento o planes específicos de suicidio, el riesgo de un intento de suicidio se incrementa.
Detectar a un suicida es una tarea difícil, incluso para los psiquiatras y los suicidólogos más expertos, y los padres y las madres no lo son. Pero por otra parte, en ocasiones los cambios son sutiles y ellos no los perciben por estar continuamente con el presunto suicida. Otras veces influyen otras razones como la falta de comunicación entre padres e hijos, las malas relaciones entre ellos, no tomar con seriedad las llamadas de auxilio o las amenazas suicidas.
¿Qué se sabe acerca del suicidio adolescente?
Suicidio es la tercera causa principal de muerte en jóvenes de 15 a 24 años de edad, y la tercera causa principal de muerte en niños de 10 a 14 años de edad. Según el Instituto Nacional de la Salud Mental (National Institute of Mental Health, NIMH), los resultados de la investigación científica establecen lo siguiente:
  • Se estima que hay de ocho a 25 intentos de suicidio por cada suicidio concretado, y la proporción es aun mayor entre los jóvenes.
  • Los principales factores de riesgo para el intento de suicidio en los jóvenes son la depresión, el abuso de sustancias y los comportamientos agresivos o perturbadores.
  • Los Centros para la Prevención y el Control de las Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, su sigla en inglés es CDC) informan lo siguiente:
  • Los hombres tienen una probabilidad cuatro veces mayor de morir a causa de suicidio que las mujeres.
  • Sin embargo, las mujeres tienen mayor probabilidad de intentar el suicidio que los hombres.
  • Los armas de fuego se utilizan en más que la mitad de los suicidios de la juventud.
¿Cuáles son los factores de riesgo del suicidio?
Los factores de riesgo del suicidio varían de acuerdo a la edad, el sexo y las influencias culturales y sociales, y pueden modificarse a lo largo del tiempo. Por lo general, los factores de riesgo del suicidio se presentan combinados. A continuación, se incluyen algunos de los factores de riesgo que pueden presentarse:
  • Uno o más trastornos mentales diagnosticables o trastornos de abuso de sustancias.
  • Comportamientos impulsivos.
  • Acontecimientos de la vida no deseados o pérdidas recientes (por ejemplo, el divorcio de los padres).
  • Antecedentes familiares de trastornos mentales o abuso de sustancias.
  • Antecedentes familiares de suicidio.
  • Violencia familiar, incluido el abuso físico, sexual o verbal/emocional.
  • Intento de suicidio previo.
  • Presencia de armas de fuego en el hogar.
  • Encarcelación.
  • Exposición a comportamientos suicidas de otras personas, incluida la familia, los amigos, en las noticias o en historias de ficción.
Señales de aviso de sentimientos, pensamientos o comportamientos suicidas:
Muchas de las señales de aviso de posibles sentimientos suicidas son también síntomas de depresión. La observación de los siguientes comportamientos ayuda a identificar a las personas que pueden encontrarse bajo el riesgo de intento de suicidio:
  • Cambios en los hábitos alimenticios y del sueño.
  • Pérdida de interés en las actividades habituales.
  • Retraimiento respecto de los amigos y miembros de la familia.
  • Manifestaciones de emociones contenidas y alejamiento o huida.
  • Uso de alcohol y de drogas.
  • Descuido del aspecto personal.
  • Situaciones de riesgo innecesarias.
  • Preocupación acerca de la muerte.
  • Aumento de molestias físicas frecuentemente asociadas a conflictos emocionales, como dolores de estómago, de cabeza y fatiga.
  • Pérdida de interés por la escuela o el trabajo escolar.
  • Sensación de aburrimiento.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Deseos de morir.
  • Falta de respuesta a los elogios.
  • Aviso de planes o intentos de suicidarse, incluidos los siguientes comportamientos:
  • Verbaliza: “Quiero matarme” o “Voy a suicidarme”.
  • Da señales verbales como “No seré un problema por mucho tiempo más” o “Si me pasa algo, quiero que sepan que …”.
  • Regala sus objetos favoritos; tira sus pertenencias importantes.
  • Se pone alegre repentinamente luego de un período de depresión.
  • Puede expresar pensamientos extraños.
  • Escribe una o varias notas de suicidio.
Las amenazas de suicidio significan desesperación y un pedido de auxilio. Siempre se deben tener en cuenta muy seriamente los sentimientos, pensamientos, comportamientos o planes de suicidio. Todo niño o adolescente que expresa ideas de suicidio debe ser sometido a una evaluación inmediatamente.
Las señales de aviso de sentimientos, pensamientos o comportamientos suicidas pueden parecerse a las de otras condiciones médicas o problemas psiquiátricos. Siempre consulte con el médico de su hijo para el diagnóstico.
Señales de advertencia de depresión en adolescentes:
  • sentimientos de tristeza o desesperanza
  • disminución del rendimiento escolar
  • pérdida del placer/interés en actividades sociales y deportivas
  • dormir muy poco o demasiado
  • cambios en el peso o el apetito
  • nerviosismo, inquietud o irritabilidad
  • abuso de drogas
Medidas que los padres pueden tomar:
  • Guardar las armas de fuego y los medicamentos fuera del alcance de los niños.
  • Proporcionar ayuda a su hijo (de un profesional médico o de la salud mental).
  • Apoyar a su hijo (escuchar, evitar la crítica excesiva, permanecer conectado).
  • Mantenerse informado (biblioteca, grupo de apoyo local, Internet).
Medidas que los adolescentes pueden tomar:
  • Tomar con seriedad el comportamiento y las conversaciones sobre suicidio de tu amigo.
  • Animar a tu amigo a buscar ayuda profesional, y acompañarlo, si fuera necesario.
  • Hablar con un adulto de tu confianza. No intentar ayudar tú solo a tu amigo.
  • Informar a los padres de tu amigo de su pensamiento.

Peleas entre hermanos


Los pleitos entre hermanos son el pan diario en muchos hogares. Algunas veces, las discusiones  tienen fundamento, pero otras se originan en cosas realmente sin importancia.
Los padres no deben de caer en la trampa cuando los hijos dicen que la mamá o el papá quiere más uno de sus hermanos que a ellos
¿Debemos meternos los padres en medio de los pleitos de nuestros hijos  o debemos dejar que ellos los resuelvan a su modo?
Si lo hacemos así eso se convierte en un triangulo, creo que primero se debe dejar que ellos lo solucionen, pero si persiste el problema sí debemos de intervenir.
Los padres debemos cuidarnos de no reaccionar desproporcionadamente ante las peleas entre nuestros hijos. He visto madres muy angustiadas por lo que llaman peleas, cuando se trata de simples juegos físicos. Hágase a la idea de que las peleas ocurrirán y que eso no es signo de cómo se llevarán en el futuro. No deben apresurarse los padres a culpar a nadie. Recuerde que nuestras experiencias como hermanos cuando éramos pequeños afectan ahora cómo vemos las peleas entre nuestros hijos. Si papá fue el menor de la familia, en donde los hermano mayores lo usaban para favores y era víctimas de burlas, ahora tenderá a sobreproteger a su hijo menor, cuando en realidad podría ser el que comienza las peleas.
¿Se debe manejar diferente una pelea entre hermanos niños, que entre hermanos adolescentes?
Esto es muy común que suceda porque su desarrollo es diferente o también porque hay un niño muy pequeño que provoca épocas muy críticas en los hermanos mayores por que le tiran o agarran sus cosas, porque invaden su intimidad algo muy importante en la adolescencia.
Sí se debe intervenir, pero distinto, porque entre ellos hay un asunto de territorialidad porque el significado de su vida es diferente.
Las peleas entre hermanos tienden a agudizarse cuando uno de los hijos es adolescente y el otro niño, por las diferencias en madurez: el adolescente trata de olvidar lo infantil y de ser aceptado en el mundo de los adultos, rechazando de paso al más pequeño, quien a su vez trata de imitar a su hermano en todo, tomándole las cosas, poniéndose su ropa, imitando su conducta, su peinado e invadiendo su dormitorio.
Primero no se le debe obligar al hermano mayor que acepte que el hermanito le invada su territorio,  al hermano menor se le debe enseñar a respetar lo que no es de su propiedad y luego si el mayor presenta un mal trato simplemente se le condiciona su vida social, tampoco él tiene derecho a tratar de mala manera a su hermano. Con los adolescentes si hay que ser un poco más firme, pero siempre van haber peleas.
¿Cómo manejar el mal trato entre hermanos?
Comience poniendo reglas generales, aunque hay muchas reglas que son para todos los miembros de una familias por supuesto hay muchas las reglas que  dependen  de la edad  de cada hijo y si no se cumplen deben entender que habrán otras consecuencias, así ellos saben que va a pasar si incumplen con su funciones dentro del hogar.
Pero la mamá también debe de entender que el conflicto es un proceso de aprendizaje, para enfrentarnos a otras situaciones que se nos van a presentar en la vida.
Acepte las diferencias que existen entre los hijos y ayudémoslos a aceptarlas; puede ser con respecto a temperamento, calificaciones, inteligencia, características físicas, talentos artísticos o aptitudes deportivas. Cuídese de no idolatrar al hijo mayor, lo cual algunas veces sucede cuando fue hijo único por muchos años, o cuando es “muy buen estudiante” o buen deportista. Creo que por las diferencias de edad y de madurez, algunos hijos pueden gozar de ciertos privilegios, que eventualmente los hermanos menores tendrán, pero tampoco vayamos a crear brechas entre ellos.
Trate de identificar qué pretende obtener su hijo con las peleas: demostrar su dominio sobre su hermano o vengarse de él; o tal vez demostrar “lo malo que es” porque su autoestima es baja. Establezca reglas de control en el espacio, el tiempo y las pertenencias de cada uno. Asigne un espacio para cada uno y el tiempo para que, por aparte, hagan lo que quieren hacer.
Muchas peleas comienzan porque “se mete en el cuarto” del hermano, ponga reglas para que respeten el espacio o territorio de cada uno (que no meta en el cuarto o se suba a la cama del hermano); enséñeles a respetar las cosas que son de cada uno. También comienzan porque los dos querían ver TV al mismo tiempo pero diferentes programas, por ejemplo, o porque “le coge las cosas”.
En estas situaciones en que ocurren peleas entre hermanos, la autoestima está amenazada
1) por la forma cómo los enfrentamos, diciendo cosas groseras;
2) porque a veces los mayores humillan a los menores, diciéndoles groserías y los ofenden y eso les marca negativamente su autoestima, por lo que tenemos que poner límites firmes;
3) porque caemos en la trampa de regañarlos cuando eso es precisamente lo que ellos andan buscando y así les damos atención pero negativa;
4) porque las peleas, verbales o físicas, son formas de probarse ellos y de coger confianza en el contacto con compañeros y amigos y si las interrumpimos, pierden la oportunidad de ejercitar destrezas de enfrentamiento
¿Qué hacer cuando las peleas son provocadas por celos?
Aunque cueste reconocerlo, los padres debemos aceptar que nos relacionamos de diferente manera con cada uno de los hijos (no es que queramos más a alguno); lo cual hace que piensen que tenemos preferencia por alguno y eso motiva su expresión de disgusto y rechazo, y “se sacan el clavo con el hermano que creen preferido”. De cualquier manera debemos revisar la atención que damos a cada uno e indagar si perciben diferencias.
Los padres no deben de caer en la trampa cuando los hijos dicen que la mamá o el papá quiere más uno de sus hermanos que a ellos, pero sí hay que revisar la atención que se les dan, en muchas ocasiones se les presta más atención a los hijos menores. Aunque es normal y esperable que se ponga más atención al menor.
Un ejemplo de detectar qué es lo que está fallando es darse cuenta si con la llegada del hijo menor se han hecho cambios en la familia en torno a este y se han tenido que modificar situaciones que afectan a los otros miembros, porque el que llega de último es el que se acomoda a las rutinas establecidas. En este caso si la madre antes de tener a su último hijo, jugaba fútbol con los otros, lo debe seguir haciendo, para que no sientan que con la llegada del bebé ya no tienen la atención de su madre. Enséñeles a esperar su turno de estar con usted, mientras hace alguna actividad con  el hermano mayor el menor debe hacer otra cosa solo sin presionar por su tiempo y viceversa.
A veces los juegos que los padres insisten que lo hagan juntos los puede perjudicar y aumentar los celos, es mejor enseñar y destacar las diferencias de cada uno, con su propia individualidad, así entre uno más los separa, más se hacen falta. Otro aspecto es no acostarlos a la misma hora y obligarlos a que tienen que hacer todo por igual.

Mentiras de niños


El niño suele mentir como resultado de un sentimiento de frustración.
Hasta los 4 años, el niño suele comportarse con el fin de complacer a los padres; de ahí, que el realizar algo que se sabe no va a gustar, se omite, no se cuenta.
Es alrededor de los 6-7 años, cuando el niño ya tiene conciencia de haber mentido y se siente mal por ello, aunque no se le haya descubierto.
Razones por las que un niño suele mentir:
1- por imitar a los adultos: El niño se da cuenta que los adultos mienten cuando les interesa:
2- para complacer a alguien
3- para no hacerle daño,… Para el niño esto se va a ir convirtiendo en algo natural, que cree poder utilizar a su conveniencia tal y como ha observado en los demás.
4-por predisposición en su personalidad: encontraremos diferentes reacciones según el carácter del niño. Si es tímido o si es un niño con muchos miedos, lo que hará será negar las cosas. El niño exaltado, las exagerará.
Precisarán diferente trabajo terapéutico:
- al niño tímido se le estimulará más, se hablará con él para que al “conocer” esas cosas que le producen tanto miedo se sienta con más dominio sobre ellas.
- al niño exaltado se le intentará relajar mediante ejercicios de descarga psicomotriz o mediante alguna actividad deportiva; y se atenderá con detalle a sus fantasías, haciéndole ver que no son más que eso o que sólo una parte de éstas se ajustan verdaderamente al mundo real.
- para llamar la atención, pues se siente poco atendido: la mentira más frecuente suele ser el inventar una dolencia (se trata de algo diferente a los trastornos psicosomáticos, pues aquí el niño en realidad no sufre enfermedad alguna). Los padres deberán intentar dar al niño el afecto que reclama y dedicarle más tiempo.
- para evitar un castigo: la mayoría de las mentiras vienen producidas por este miedo. Suele responder a unos padres demasiado rígidos y moralizadores, y a un hijo con miedo de perder el amor de éstos. Es conveniente averiguar qué imagen tienen estos hijos de los padres, pues a veces es muy distinta de la que creemos.


Como reaccionar cuando roban los niños


Cuando un niño roba, los padres naturalmente se preocupan por las causas del comportamiento del niño.
Es normal que un niño pequeño tome algo que exite su interés o que le llame la atención. Esto no se puede considerar como robo hasta que el niño sea suficientemente mayor, generalmente de tres a cinco años, y pueda entender acerca de que las cosas pertenecen a una persona en particular. Los padres tienen que educar de forma activa a sus niños acerca de los derechos a la propiedad y la consideración hacia los demás.
Cuando el niño se inicia en esta conducta, fácilmente la convierte en un hábito, pasando de pequeños hurtos en casa a robos cada vez mayores.
El robo también suele producirse como resultado de un sentimiento de frustración.
Algunas veces, un niño puede robar como muestra de valentía ante sus amigos, o para hacerles regalos y así aumentar su popularidad en la escuela.
Los padres deben de preguntarse si es que el niño ha robado por la necesidad de recibir mayor atención. En tales casos, el niño puede estar expresando ira o tratando de “cobrárselas” con sus padres, y el objeto robado se convierte en un substituto del afecto. Los padres deben de hacer un esfuerzo y darle más reconocimiento al niño como miembro importante de la familia.Algunas de las causas por las que un niño, al que no le falta nada, roba son:
1- por impulso, actúa sin reflexionar: desea un objeto y su egocentrismo no le deja darse cuenta de que deja a otra persona sin ese objeto.
2- por culpabilidad (para que le castiguen)
3- para tomar protagonismo ante compañeros,…
4- para compensar el sentimiento que tiene de carencia afectiva o de abandono
5- por agresividad, únicamente para perjudicar al dueño de aquel objeto, aunque despúes dicho objeto sea destruido o regalado.
Si los padres toman las medidas adecuadas, en la mayoría de los casos el robo cesa según el niño va creciendo. Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que cuando los padres se den cuenta de que su niño ha robado, ellos:
  • hagan que el niño a devuelva el objeto robado;
  • le digan al niño que él es un niño bueno pero que  robar es malo y ;
  • se aseguren de que el niño no se beneficie del robo bajo ninguna circunstancia;
  • eviten sermonearle, pronosticar el mal comportamiento futuro, o el decir que ahora se le considera al niño un ladrón; y
  • hacerle claro que su comportamiento es totalmente inaceptable dentro de las costumbres familiares y de la comunidad.
Cuando el niño ha devuelto la mercancía robada, los padres no deben de traer de nuevo el caso, de manera que el niño pueda comenzar “en limpio” otra vez.
En cuanto se observen indicios de esta conducta, los padres deben actuar, no deben dejar lo sucedido en algo ignorado. No debe culpabilizarse al niño: “de ser malo” no es el niño, sino la acción de robar que ha realizado. Se hablará sobre lo sucedido, sobre cómo poder reparar el daño realizado y, si es posible, pedir disculpas a la persona afectada.
Según la gravedad o la persistencia de esta conducta se hará precisa la intervención de un psicólogo infantil.